Ha llegado el Otoño y con él nos sumergimos en esa nueva normalidad, repleta más que nunca de desafíos que afrontar y que pasan por una transformación acelerada de nuestras organizaciones. En este contexto es vital mirar hacia nosotros mismos, y hacia nuestros patrones de decisión y de transformación, porque necesitamos reaprender constantemente ante un futuro impactado por la tecnología que ofrecerá nuevos puestos, nuevas competencias y nuevos retos.

Es una condición imprescindible porque los directores de recursos humanos debemos promover una “revolución organizacional”. Es decir, asegurar que el aprendizaje se extiende a toda la organización y, además, que la organización aprende como sistema en su conjunto pues “la capacidad de aprender con mayor rapidez que los competidores será la única ventaja competitiva sostenible”, tal y como nos indica Peter Senge. Por eso me ha alegrado ver los resultados del último estudio ManpowerGroup de Proyección de Empleo con respecto al próximo trimestre, que refleja una apuesta decidida por la ‘learnability’’ de los equipos. En España un 48% de los directivos asegura que en respuesta al impacto del COVID-19 ofrecerá a sus profesionales la oportunidad de aprender y desarrollar nuevas competencias. Un porcentaje considerablemente superior al 25% presentado por el resto de Europa.

Es evidente que como líderes, nos hemos dado cuenta que debemos reflexionar sobre el papel que estamos ejerciendo en nuestras organizaciones para impulsar de verdad ese modelo de aprendizaje organizacional. Y eso pasa por hacer una reflexión de mayor calado y alcance que pensar únicamente en qué metodologías de formación queremos aplicar.

Tengamos en cuenta que nuestro auténtico reto es asegurar que nuestra organización aprende realmente y se sobrepone al entorno de manera inteligente. Ese es el “porqué” de esa mirada interior, se trata en definitiva, de parar para “darnos cuenta” y saber qué podemos repetir, replicar, adaptar o dejar de hacer, sin más. Personalmente pienso que la crisis sanitaria nos ha dejado tres enseñanzas fundamentales que para mí están más ligadas a las personas, y que me gusta compartir porque creo que serán fundamentales en el Futuro del Empleo:

  • El poder de las creencias. Durante muchos años seguramente en muchas organizaciones, hemos tenido creencias muy arraigadas respecto al teletrabajo y su incompatibilidad con ciertas posiciones o sectores. Sin embargo, en cuestión de días fuimos capaces de adaptarnos a la nueva realidad, contando con el teletrabajo como la medida esencial para mantener la salud de nuestros equipos así como el servicio a nuestros clientes. Esto nos enseña que debemos permanecer atentos a potenciales creencias arraigadas, y más abiertos que nunca a transformarlas en creencias potenciadoras.
  • La capacidad de adaptación. Todas las organizaciones hemos estado inmersos en estos últimos años en profundas trasformaciones de nuestros modelos de negocio, provocado por el impacto de la tecnología, que ha llevado a su vez a una trasformación cultural paralela. Han sido pruebas superadas. No olvidemos esta fortaleza, de cara a posibles cambios futuros que puedan poner de nuevo en peligro nuestras organizaciones.
  • La vulnerabilidad. Es un nuevo valor de referencia resultado de la pandemia porque en esos días difíciles nos bastó con saber gestionar nuestros miedos lo mejor posible, para poder liderar el entorno también lo mejor que sabíamos, y reconociendo aquello que en esos momentos no podíamos dar. Emergió la parte más vulnerable del ser humano, y esa es nuestra mejor versión, porque es autenticidad, y la autenticidad es belleza, siempre. palanca de otras virtudes clave.

Es pues tiempo de aprender para todos, empezando por las enseñanzas del interior. Iniciemos la revolución del aprendizaje por nosotros mismos.