Cuando se mata la ilusión de una persona se está matando a la persona

Mario Alonso Puig es médico y experto en liderazgo y creatividad. Fue el primer ponente del I Salón Capital Humano y es hoy uno de los conferenciantes más solicitados y admirados. Considera que “Inteligencia Emocional”, de Daniel Goleman, es el libro que ha marcado una nueva concepción de la gestión de personas en los últimos años. Está convencido de que la creatividad y la felicidad son dos metas alcanzables. Solo hay que crear el caldo de cultivo adecuado.

¿Cuál ha sido el gran cambio en la forma de entender la gestión de personas en los últimos 25 años?
Yo creo que la Dirección de Recursos Humanos ha pasado de ser contemplada como la Dirección de Personal a ser ese Departamento que busca cuidar a las personas para que sientan que su trabajo tiene un sentido, un propósito, aunque a veces tenga que hacer cosas que no son agradables. Contribuyeron a esto una serie de publicaciones, especialmente el libro “Inteligencia Emocional”, de Daniel Goleman, que ayudó a articular y poner por escrito de manera cercana y con base científica que si queríamos ser efectivos en la vida y que nuestra inteligencia funcionara como realmente debería hacerlo teníamos que cuidar la faceta del sentimiento, la faceta de la emoción.

Este libro ayudó muchísimo a que se rompiera un paradigma que se había sostenido incluso por la filosofía desde el siglo XVII y que era que la emoción y la razón pertenecían a dos entornos diferentes que apenas entraban en contacto. La investigación de Goleman demostraba que eso no era así, que la razón y la emoción formaban una unidad con dos planos que se podían distinguir pero no separar. Es decir si una persona estaba emocionada, contenta, su inteligencia, su capacidad de aprender, su memoria funcionaban de una manera distinta. Esto ayudó a valorar más a la persona. Todavía queda muchísimo por hacer, muchísimo camino para poner a la persona en el grado de dignidad que le corresponde.

¿La coyuntura, la crisis, las normas, pueden hacer perder esa visión humana de las personas?
Lo mismo en las reglas sobre la convivencia de las personas, las reglas sobre las que se trabaja en las empresas siempre son muy limitadas y no pueden abarcar la toda grandeza del ser humano. Toda norma que se haga tiene que tener muy en consideración el valor de la persona. Las reglas tienen que servir a las personas, no las personas a las reglas, porque entonces perdemos el espíritu de las cosas. Si solo nos vemos como medios para conseguir cosas nos vamos a tratar como objetos y entonces las leyes que se hagan pueden cercenar la capacidad de evolucionar de una persona. Por eso creo que es clave la intención con la que se hagan las cosas. Que la intención sea servir a las personas, no servirse de las personas.

¿Hay crisis de liderazgo, de responsabilidad?
Si observamos la evolución de la sociedad en esta época tan turbulenta, nos daremos cuenta que en muchísimos niveles se observa una falta de liderazgo. No del liderazgo del que manda, sino del liderazgo del que inspira. No es el liderazgo del que dice a la gente lo que tiene que hacer, sino el liderazgo de aquellas personas que apoyan la creación de esos mundos a los que a todos nos haría ilusión pertenecer. Lo que pasa es que para ser un buen líder hay que ser una gran persona, hay que tener a los demás en una profunda consideración. Yo creo que ahora hay una ausencia de liderazgo a nivel mundial. Por otro lado, también hay una falta de responsabilidad en cada persona que trabaja en la sociedad. La posición del victimismo es una posición muy fácil de tomar porque hay muchas razones y justificaciones que permiten defenderse tras una muralla de suposiciones. Yo creo que cada uno de nosotros tenemos que ver qué podemos hacer para cambiar las cosas. Cambiar los “es que” por los “hay que”. Veo también con frecuencia en las empresas que los que están jerárquicamente más abajo están siempre esperando que el que está más arriba tome las decisiones. Y cada uno de nosotros podemos hacer algo para mejorar las cosas.

“Para ser buen líder hay que ser una gran persona y tener a los demás en profunda consideración. Hay una ausencia de liderazgo a nivel mundial, pero también falta responsabilidad en las personas que trabajan en sociedad”

Otro tema del que se habla recurrentemente es la creatividad. ¿Cómo se incentiva?
Sobre el tema de la creatividad yo creo que es también fundamentalmente hablar del entusiasmo y la pasión. Cuando pensamos en el mundo de la creatividad entran un montón de prejuicios que no tienen una base científica, prejuicios como la persona creativa nace, si no tienes la imaginación no la puedes adquirir… y eso es absurdo en base a lo que conocemos. El pensamiento creativo es tan cercano al ser humano como puede ser la capacidad de amar, de elegir, de disfrutar. Igual que todo ser humano tiene capacidad de amar, de elegir o de disfrutar, todo ser humano tiene capacidad creativa. Lo que pasa es que el sistema en que crecemos va cercenando esa capacidad de crear. Cuando se estudia en profundidad el proceso creativo, uno se va dando cuenta de que la base para poner en marcha esa creatividad es el entusiasmo. Cuando tienes un entusiasmo verdadero, una ilusión auténtica por alcanzar una meta, un verdadero “por qué”, el cerebro empieza a buscar el “cómo”.

La creatividad nos sirve para crear mundos posibles y no creamos mundos posibles si no tenemos ilusión de que esos mundos existan. Lo mismo es absurdo separar la capacidad de razonamiento de la capacidad de sentir, porque son una unidad con dos planos distintos, también tiene poco sentido separar la creatividad de la pasión. La creatividad no es la expresión de un proceso de razonamiento puro, la creatividad tiene muchísimo que ver con la ilusión, el entusiasmo, el compromiso por alcanzar metas. ¿Qué ocurre? Pues que muchas veces cuando las personas que trabajan en la empresa sienten un verdadero orgullo por sus colores, esa creatividad surge porque están constantemente buscando formas para añadir valor, alternativas para resolver problemas. Cuando alguien se siente responsable la creatividad se pone en marcha. Si yo no siento orgullo por los colores de mi empresa la creatividad no añorará. Y no porque no esté en mí, sino porque no se dan las condicionas naturales para que surja.

¿Una forma de cortar esa creatividad puede ser la obsesión por el corto plazo?
El corto plazo es una necesidad vital siempre que se vea como parte de lo que necesitamos. Nosotros tenemos que atender a cosas que están sucediendo aquí y ahora. Ahora bien, cuando nuestra única ocupación es el corto plazo matamos dos aspectos muy importantes. Primero, la proyección al futuro. Cuando abolimos esa proyección al futuro estamos matando aquello que nos da la fuerza en el presente. Por otro lado, muchas veces el corto plazo genera una enorme tensión interna. Esta tensión interna se ha visto que es capaz de alterar el riego cerebral. Cuando a una persona perfectamente capaz de analizar de forma correcta, de aprender, de tomar decisiones, se le somete a una alta presión el riego de su cerebro empieza a cambiar y la parte del tejido cerebral dedicada a analizar, aprender, negociar, ser creativo, empieza a recibir menos sangre con lo que la capacidad para tomar decisiones es menor, se negocia de una manera mucho más pobre. Este es uno de los ejemplos con los que podemos demostrar que el exceso de tensión en una persona, lejos de ayudar, anula.

¿Faltan líderes en todos los ámbitos: empresarial, social, político?
La falta de liderazgo es evidente en todos los contextos sociales y en montones de países. Figuras como Mandela o Teresa de Calcuta, Gandhi, etc., no son fáciles de encontrar hoy por varias razones. La primera porque el liderazgo no es una profesión, no es un cargo, es una forma de ser en la vida. El liderazgo no tiene ninguna relación con el poder, con el “potestas”. Tiene toda la relación con la “autoritas”, que te la da la gente. ¿Qué es lo que hace que una persona genere esa “autoritas”, esa capacidad de inspirar? Pues sencillamente cómo es esa persona no el cargo que tiene. Si observamos la gura de Mandela fue un hombre que tenía una visión clara que era unir a la nación sudafricana. Esa visión pasaba por algo esencial que era la reconciliación. Un verdadero líder tiene que generar puntos de encuentro, tiene que ser firme en su liderazgo, con unos valores de respeto, de justicia, de amistad, que no dependan de no de un credo político.

Los grandes líderes han arrastrado por su ejemplo, no por sus palabras. Algunos de ellos han hablado muy poco. Teresa de Calcuta hablaba muy poco, hacía mucho. Si un líder quiere movilizar mentes y corazones ha de movilizar desde su ejemplo, desde su coherencia entre lo que dice y lo que hace. Cuando se ve incoherencia entre lo que una persona dice y lo que vive, es muy difícil que el resto nos sintamos inspirados a creer en esa persona. Por último considero que el verdadero líder tiene que tener una verdadera voluntad de servicio. Tiene que tomar de verdad en consideración la felicidad de aquellas personas a las que está liderando, tiene que verlas en toda la grandeza y dignidad del ser humano. Cuando una persona no ha trabajado estos valores y asciende a un cargo sea político, social o empresarial, arrastra consigo esa forma de ser que no ha trabajado y, por tanto, no se puede esperar que esa persona empiece a trasmitir algo diferente si en su interior nada ha cambiado. Sigue trasmitiendo lo mismo que trasmitía antes solo que ahora lo trasmite con megafonía. Esa es la única diferencia.

¿Cómo puede volver a recuperarse la confianza?
Para resolver un problema hacen falta tres fases: Primero, identificar que hay un problema. No puedo resolver lo que no me he dado cuenta que existe. Segundo, definir el problema, conocer sus causas profundas. Tercero, buscar una estrategia. Hay personas que ocupan puestos de gran relevancia y todavía no han identificado que tienen un problema, creen que el problema lo tienen los demás. Esto ocurre cuando se pierde la humildad y te separas de la realidad. Hay veces cuando se accede a cargos muy altos que puedes vivir en una burbuja aislado de la realidad. Como la mente humana es capaz de filltrar la realidad para que se acople a mi forma de ver las cosas, estas personas no identifican que tengan un problema. Piensan que el problema lo tienen los otros.

Para recuperar la confianza lo primero es tener un punto de humildad y de veracidad.

Después de definir el origen del problema siempre hay que partir de cómo se responda a una pregunta: ¿Quién es el ser humano? Si la respuesta es que el ser humano es un medio para aumentar el capital, un medio para ayudarme a conseguir mis objetivos…, la ética desaparece por completo. La ética solo existe en el mundo de la persona. Que un león se coma a un cervatillo nos puede parecer espantoso, pero no es una falta de ética, es una ley natural. En el ser humano si existe la ética, la moral. En esta sociedad observamos que hay una falta de valores y de ética y esto es como una gran estafa. Todo aquello que lleve a recomponer la imagen de la persona automáticamente recompone la ética. La ética es ver a las personas con toda su dignidad como personas. Sería triste que la conclusión que sacáramos cuando saliésemos de este periodo que llamamos crisis es que pensásemos que esto ha sido solo un tema económico.

¿Es preciso volver al humanismo?
Cuando en el siglo XVIII Galileo describe el método científico, este hombre enciende una luz en la oscuridad de la humanidad. En el siglo XVIII empieza a producirse un gran enamoramiento de la ciencia, en el XIX empieza la gran revolución industrial y aquí es donde se produce una encrucijada. Las personas en vez de ver eso como un gran avance que nos sirve para llegar a nuestro desarrollo, lo vemos como el camino que nos va a llevar a la facilidad. Se produce primero un enamoramiento en la ciencia y en segundo lugar de la tecnología que es hija de la ciencia. Alcanzamos un gran bienestar, hay un montón de avances… y eso es fantástico para el mundo del bienestar. Pero de repente se producen dos eventos sorprendentes, la primera Guerra Mundial en 1914 y la Segunda Guerra Mundial en 1939, y se produce un momento de reflexión. ¿Cómo es posible que habiendo alcanzado este desarrollo técnico nos hayamos hecho tanto daño? La técnica sí, pero nunca desprovista de humanismo, porque entonces está desprovista de alma y desprovista de alma no puede llevar a buen fin. Con alma y con humanismo puede llevarnos a cotas de desarrollo excepcionales. Por eso la vuelta al humanismo, a la consideración de la persona en su verdadera dignidad, es esencial desde la política hasta la medicina, desde la empresa hasta la calle, en todos los estratos de la sociedad.

“Las personas con responsabilidades muy elevadas a la hora de dirigir pueblos o naciones también deben atenerse a las consecuencias si el uso del poder no sirve a la gente sino a sí mismos”

¿En estos momentos suena a frívolo hablar de felicidad?
Yo creo que no solo no suena a frívolo, sino que es imperioso e imprescindible. Hablar de felicidad e ilusión es hablar de que esto pasará, este sufrimiento pasará, esta dificultad pasará… Lo que pasa es que hay que hablar de felicidad e ilusión con el respeto necesario a la situación que están viviendo muchas personas y esto, a veces, no es sencillo. Decía Ortega y Gasset que hay que  prender a mirar lejos. Cuando hablamos de felicidad e ilusión estamos diciéndole a las personas que no se ve el sol, que hay lluvia, nubes… pero que hay sol

Algunos países emergentes, que no respetan los derechos humanos ni los laborales, están creciendo mucho. ¿Esto es sostenible? detrás. Cuando se mata la ilusión de una persona se está matando a la persona.
Si yo voy a un país lejano sin duda la cultura será diferente, pero hay algo que es estable, que ellos son personas como yo soy persona. No es un tema de cultura, es un tema de ser humano y todos los seres humanos nos queremos sentir respetados, comprendidos y valorados. Para esto hacen falta unos cimientos sólidos que son la justicia, el respeto… Cuando un grupo de personas está centrado en sí mismo puede generar una gran prosperidad aparente pero no un crecimiento real y verdadero. No es un creamiento sostenible, antes o después caerá. Los países emergentes son países que tienen la oportunidad de crecer pero es fundamental que detrás de todo crecimiento haya una filosofía. Si la filosofía es tener y no ser, antes o después eso estallará.

Igual sucede con la mujer en algunos países árabes. ¿Es una cuestión cultural?
Aún así dentro de los países árabes hay que distinguir y no en todos se da esa situación de igual manera. No podemos meter todos en el mismo saco. Por otro lado cuando estamos hablando de culturas tenemos que hablar como en esas culturas está afectando el elemento ideológico religioso. Creo que las personas cogemos la religión y la hacemos a nuestra medida. El centro de toda religión es “Dios es amor”. Si “Dios es amor” una religión no puede ser exclusivista, tiene que abrir los brazos a todo el mundo, crean o no crean. Creo que aquí tenemos una gran mezcla de cosas y al final nos lleva a que las personas nos estamos constantemente autoengañando, decimos que creemos mucho una cosa y nuestra vida está desvelando lo contrario. Las personas que tienen responsabilidades muy elevadas a la hora de dirigir pueblos o naciones también deben atenerse a las consecuencias si el uso del poder que les da su cargo no sirve a la gente sino que sirve a uno mismo. Tiene que haber unas normas y unas consecuencias.