La misión de un líder es la de acompañar y guiar a un grupo de personas a donde ellas por sí solas no podrían llegar. Por eso, ha de inspirarlas y equiparlas para que sean capaces de hacer lo que no se sentían capaces de hacer y para que así alcancen lo que solo se puede alcanzar cuando se aúnan mentes y corazones en un propósito común.
Liderar una empresa implica por tanto, desplegar, desarrollar y comprometer al talento para aceptar desafíos, superar obstáculos y acceder a nuevos mundos de oportunidad.
Donde hay un verdadero liderazgo, también hay un claro despliegue de energía. Definimos la energía como la capacidad de producir movimiento, luz y calor. Donde hay un auténtico liderazgo, también hay avance, claridad en los objetivos y calidez humana. Esa energía que emana del liderazgo y que es capaz de construir lo que previamente no existía y que permite superar lo que parecía insuperable, requiere por parte del líder de un trabajo de integración a nivel de su mundo físico, intelectual, afectivo, social y espiritual.
Aceptar la llamada a liderar implica enfocarse en el desarrollo de cuatro elementos que van a actuar como guía y referencia a lo largo de todo el proceso.
- La visión, que no es sino un horizonte inspirador que genera ilusión, entusiasmo y pasión por alcanzarlo.
- El carácter, que es la expresión de vivir de acuerdo a esos valores que mejoran a las personas.
- La competencia, que representa los conocimientos, experiencias, capacidades y habilidades que se han de tener para navegar en los mares turbulentos del liderazgo.
- La química, que es la capacidad de crear lazos de afecto y confianza con aquellas personas que nos acompañan en la travesía. Estos lazos se forman cuando existe cercanía, capacidad de escucha, comprensión, compasión y asertividad.
Un líder no puede ser mejor líder que persona y por eso no es la posición la que define al líder, sino que es el líder el que define la posición. Solo la mejora personal puede llevar a la transformación empresarial.
Voy a proponer cuatro claves para esta mejora personal, sabiendo que si queremos que nuestras circunstancias cambien, primero ha de cambiar algo dentro de nosotros. Muchas veces, el éxito no es algo que se persigue, sino algo que se atrae. Por eso cuando una persona empieza a mejorarse, todo a su alrededor empieza a transformarse. Da la impresión como si el “juego interior”y el “juego exterior”estuvieran profundamente conectados. Decía Albert Einstein que la separación que vemos entre las cosas es tan solo una ilusión óptica.
- Desarrollar nuestra auto-consciencia
En nuestro caminar como líderes, necesitamos desplegar una mirada con más alcance, con más anchura y con mayor profundidad. Los líderes ven antes y ven más. El sentido de anticipación es una gran ventaja competitiva, como también lo es saber mirar hacia donde pocos miran y poder ver lo que casi nadie ve.
Salir del juicio y entrar en la pregunta, permite ver más allá de lo que parece y adentrarse en lo que en realidad es.
- Desarrollar nuestra auto-responsabilidad
Recorrer la senda del liderazgo nos exige renunciar al papel de víctima por tentador que este pueda ser y, asumir el papel de protagonista. No hablamos aquí de una demostración de prepotencia o auto-suficiencia, sino de mostrar un claro sentido de responsabilidad tomando un papel activo para que las cosas sucedan. Tal vez no lo podamos hacer todo, pero sí podemos hacer algo y por eso, ninguno de nosotros tenemos por qué renunciar a lo que cada uno puede hacer. En la vida o nos enfocamos en buscar excusas o nos enfocamos en producir resultados. No es factible establecernos por un lado en la queja y por el otro, aspirar a generar un impacto positivo a nuestro alrededor.
- Desarrollar nuestra auto-motivación
El comienzo de la transformación personal y de eso va el liderazgo, no deriva de un razonamiento intelectual, sino de una decisión emocional. Por eso, hemos de encontrar aquella palanca emocional que nos va a sacar de nuestra zona de confort y nos va a permitir aprender, crecer y evolucionar. Todo crecimiento y evolución tienen lugar fuera de la zona de confort. Ahí es donde se encuentra la verdadera magia. Fuera de nuestra zona de confort es donde hay espacio para el asombro, la sorpresa y el descubrimiento. Solo si vemos la incertidumbre como oportunidad, podremos avanzar con la ilusión y el entusiasmo de quien se siente formando parte de una gran aventura.
- Desarrollar nuestra auto-confianza
Para avanzar por mares nuevos y ocasionalmente turbulentos, hemos de tener la certeza de que dentro de nosotros tenemos todos los recursos que se necesitan para triunfar. Este sentimiento de certeza va a ser el que nos sostenga frente a los obstáculos y los “fracasos” que podamos encontrar en nuestro viaje. Solo una persona que confía plenamente en las posibilidades suyas y de su equipo se tornará inasequible al desaliento. Recordemos que los triunfadores fueron aquellos “fracasados” que nunca se dieron por vencidos. Aprender a redefinir quienes somos nos va a permitir liberarnos de esos viejos patrones de pensamiento y de conducta que no nos dejan aflorar nuestro verdadero potencial.
Albert Camus nos recordaba: “En medio del duro invierno, descubrí por fin que dentro de mi hay un ser invencible”