Los blogs son a los argumentos lo que la fotografía es al cine. Muy interesante por su inmediatez, por su capacidad para el detalle o el instante, pero con poca potencia narrativa. Como lo que estoy contando es un argumento, tengo a veces que convertirme en voz en off de mi mismo, para que el lector no pierda el hilo. Utilizo así, aunque con parsimonia, la antigua técnica de las novelas por entregas que al comienzo de cada capítulo incluían un “resumen de lo publicado”. Las últimas entradas estaban dedicadas a un tema intrigante. ¿Por qué unas personas ven posibilidades donde otras no ven nada?
La posibilidad aparece cuando un dato real me permite anticipar una operación, un recorrido, en una palabra, un proyecto. Un proyecto es un idea (una irrealidad) que dirige acciones reales. Es el origen de toda actividad emprendedora. Podemos aprender muchas cosas interesantes si diseccionamos el proyecto. Hay, en primer lugar, una meta muy vaga, que pone en marcha las actividades de búsqueda, que podemos realizar de dos manerasLa primera, husmeando alrededor. Nuestro cerebro se pone en estado de alerta, despliega todas sus antenas para captar las longitudes de onda interesantes para su proyecto. Es sorprendente el efecto que esto produce: las cosas empiezan a ser significativas, relevantes, sugerentes. El segundo modo de buscar es el someter un dato o un situación a todo tipo de operaciones que descubran posibilidades en ellos. Descubrir y tantear. Dos actividades que gastan también mucha energía.
El cerebro, que es un eficiente cognitive miser, es decir, un ahorrador cognitivo, encuentra la manera de aprovechar mejor su energía convirtiendo en hábito lo que al principio exigía una atención y esfuerzo continuos. El entrenamiento es necesario para conseguirlo. Parece paradójico decir que crear es un hábito, porque se relaciona “hábito” con “repetición” y “creatividad” con “innovación”. No es así. Hay hábitos rutinarios y hábitos creadores. El viejo Aristóteles decía que el hábito creador depende de la elección y guía la elección. Es decir, comienza dirigido por un juicio expreso de valor, y acaba dirigiendo los juicios de valor.
Aunque parece que el momento más creativo es el de producir ocurrencias, el momento definitivo es el de la evaluación de lo producido. David Perkins, uno de los expertos mundiales en estos temas, afirma que “crear es el proceso de seleccionar gradualmente entre una infinidad de posibilidades”. Y según el gran poeta Paul Valéry: “las tres cuartas partes de un trabajo bien hecho consiste en rechazar”. En el mundo de la educación existe en este momento una verdadera obsesión por la evaluación, y lo mismo sucede en los departamentos de recursos humanos de las empresas. El mundo de la inteligencia artificial –en concreto, los programas para jugar al ajedrez- nos proporcionan un fantástico ejemplo. Tienen dos niveles claramente definidos. El primero es una máquina de hacer cálculos. Puede calcular hasta 200 millones de posiciones por segundo. Pero tal cantidad de ocurrencias no vale para nada. El segundo nivel es el importante: evalúa esa enorme cantidad de posibilidades y decide cual es la mejor.
¿Cómo podemos mejorar nuestra capacidad de evaluación? Creo que es la propiedad del talento definitiva , su creación más personal. Y por eso deberíamos dedicarnos a mejorarla.
Para evaluar bien una situación, una persona o una empresa, necesitamos tener una idea clara del modelo que queremos conseguir, para que nos permita dirigir después la mirada hacia los aspectos más relevantes. Les pondré un ejemplo escolar. Un buen profesor debe conocer cómo es un modelo ideal de aula, qué comportamiento de los alumnos lo revelan, y cómo puede reconocerlos.
Desde el principio de este Handbook estoy repitiendo, con una insistencia tal vez molesta, que el talento es la inteligencia triunfante, que se caracteriza por un buena elección de metas, y la eficiente movilización de información, emociones, y destrezas operativas necesarias para alcanzarlas. La buena elección de metas –tanto en la vida empresarial como en la personal- depende de una sabia evaluación.