La creatividad es un don que poseen todos los seres humanos, probablemente las únicas criaturas de este planeta con capacidad para variar su rumbo a placer y dar forma a su destino. La especie humana ha desarrollado la capacidad casi ilimitada de adaptarse al entorno y reinventar la propia vida, aunque a menudo no seamos conscientes de este poder.
La creatividad no es un coto reservado a los artistas, aunque sus visiones nos ayudarán a ahondar en sus claves. Toda persona es creativa desde su nacimiento. En su interior hay una fuente inagotable de ideas con las que modelar su propia realidad.
Miguel Ángel Buonarroti, el genio artístico del Renacimiento, explicaba la creatividad como un descubrimiento de algo que habita en nuestro interior. Para realizar una escultura, en su caso, afirmaba que la forma ya estaba dentro del bloque de mármol antes de que él empezara trabajarla. La misión del artista es sólo quitar lo que sobra y liberar lo que ya estaba allí.
Del mismo modo, cualquier persona alberga en su seno las ideas que pueden cambiar su vida. Lo único que debe hacer para «liberarlas» es aprender a manejar las herramientas que nos llevan hacia la esencia de nuestro poder creativo. Una característica de las personas creativas es su capacidad para captar la importancia de los pequeños detalles, ya que a menudo revelan ideas de rango superior. Así como la tradición dice que Newton alumbró la ley de la gravedad al ver caer una manzana —según un testigo del acontecimiento, no cayó sobre su cabeza—, las observaciones cotidianas son la mejor escuela para abrir nuevas vías al pensamiento. Para ello vamos a recurrir a algunos destacados profesionales del proceso creativo.
RESORTES PARA LA CREATIVIDAD
En su provocador ensayo Usted puede ser lo bueno que quiera ser, Paul Arden da unas cuantas claves para desatar nuestra energía creativa. Partiendo de la base de que nuestra capacidad de generar ideas no tiene nada que ver con nuestro currículum académico, aconseja lo siguiente para modelar la propia vida:
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El proceso creativo
Uno de los teóricos más brillantes sobre las etapas de la generación de ideas fue Graham Wallas, quien en su ensayo El arte del pensamiento, publicado en 1926, explicó así el proceso en el que creamos algo nuevo:
- Preparación. La mente se centra en un asunto o problema y, una vez enfocado, explora sus dimensiones y características.
- Incubación. El problema es interiorizado en el hemisferio derecho y permanece allí sin que parezca que sucede nada externamente.
- Intimación. Una vez nos hemos familiarizado con el asunto, «presentimos» que la solución está próxima.
- Iluminación.Denominada técnicamente «insight», en esta etapa la idea creativa emerge del interior y se hace consciente.
- Verificación. La idea es probada y perfeccionada al aplicarla al mundo exterior.
Más allá de esta descripción teórica, lo que nos interesa es estimular cada una de las cinco fases para que nuestra energía creativa fluya de manera natural e ininterrumpida. Estas son sólo algunas pistas para activar las diferentes etapas del viaje:
- Tratar los problemas o cuestiones separadamente nos ayuda a comprenderlos en toda su complejidad. En lugar de dispersarnos, el momento creativo exige que acotemos el terreno en el que vamos a sembrar las ideas.
- Mientras «incubamos» una idea, resulta útil potenciar el pensamiento lateral con actividades en las que nuestro vertiente emocional e intuitivo toma el mando, como escuchar música, leer poesía o incluso soñar.
- No hay que forzar una idea rompiendo el cascarón antes de tiempo. Hay que dejarla madurar. Es más: la presión para hallar la solución a un determinado problema normalmente entorpece nuestra agilidad mental.
- Deberíamos llevar con nosotros un bloc donde anotar los «insights» que van surgiendo espontáneamente. Puesto que no podemos saber cuándo una nueva idea «romperá el cascarón», hay que estar preparado para capturarla antes de que emprenda el vuelo.
- Las ideas envejecen o pierden su sentido si no son llevadas a la práctica. Si queremos mantener bien engrasada nuestra creatividad, debemos aplicar nuestras inspiraciones en el campo de pruebas del mundo.
Seis sombreros para pensar
Con toda probabilidad, el autor que mejor ha analizado las claves del pensamiento lateral —o intuitivo— es el maltés Edward de Bono. Más que una alternativa al pensamiento lógico o vertical, considera que es un complemento necesario para que podamos alcanzar una mayor profundidad creativa.
Estas son algunas de las características del pensamiento lateral:
- Se basa más en la provocación que en el análisis. En lugar de determinar cómo son las cosas, juega a cómo podrían ser si…
- No sigue un itinerario prefijado, sino que bebe de una espontaneidad aparentemente caótica. Un ejemplo de ello sería una sesión de brain-storming, en la que todo el mundo puede dar rienda suelta a su imaginación sin ponerse límites.
- Prescinde de valoraciones previas o juicios, es decir: se trata de generar ideas sin prejuicios.
- Acepta todos los caminos posibles y rehuye las etiquetas.
- No utiliza la información como un fin, sino como un medio de generar nuevas ideas de forma libre.
El pensamiento lateral puede parecer fuera del alcance de las personas acostumbradas a racionalizar,pero también es cierto que una dinámica exclusivamente intuitiva tampoco permite llevar las ideas a la práctica.
Para escapar de los modelos rígidos que limitan la creatividad, Edward de Bono desarrolló un método propio llamado «Seis sombreros para pensar». Asumiendo que en la escuela nos transmiten muchos conocimientos pero no nos enseñan a pensar, este autor propone un trabajo de grupo —aunque también puede realizarse individualmente— con seis modalidades distintas de pensamiento.
Como si el color del sombrero determinara nuestra forma de pensar, al ponérnoslo simbólicamente desarrollaremos uno de los seis aspectos. Eso nos permitirá flexibilizar la mente y multiplicar nuestras perspectivas sobre un problema.
Imaginemos que nos hallamos en un probador con estos seis sombreros mágicos. Para tratar un determinado problema o situación, iremos probando uno tras otro asumiendo durante unos minutos un determinado rol mental:
- Sombrero blanco. Nos hace mirar los acontecimientos objetivamente. «Los hechos son los hechos». Este modo de pensar valora los datos de manera fría y analítica.
- Sombrero gris. Es el de la lógica negativa, es decir, el de la crítica, el juicio y la prudencia. Nos incita a ver lo que va mal y prever lo que puede ir mal.
- Sombrero verde. El modo de pensar más creativo se enfoca sólo a las ideas nuevas, barajando todas las posibilidades e «insights».
- Sombrero rojo. Hace prevaler los sentimientos, la dimensión emocional del sujeto y del problema, así como las intuiciones que brotan de nuestra sabiduría interior.
- Sombrero amarillo. Es el de la lógica positiva, el pensamiento optimista que nos orienta hacia lo factible y sus posibles beneficios.
- Sombrero azul. Nos hace centrarnos en el control y gestión del propio pensamiento. Dicho de otro modo: más que en crear ideas nuevas, se interesa en comprender cómo hemos llegado hasta las que tenemos.
Aunque a priori pueda parecer sólo un «juego de roles», este ejercicio nos permite ampliar nuestra paleta de colores a la hora de abordar una cuestión creativamente. Los seis sombreros para pensar son, en este sentido, un gran antídoto contra la rigidez mental y la estrechez de miras.
Tanto si cambiamos el color de nuestro sombrero como si nos proponemos alcanzar lo inalcanzable, cuando abandonamos el pensamiento único dejamos de ver el mundo como una cárcel limitadora para entender que es un campo lleno de posibilidades.
Para ello hay que dejar de separar a las personas entre «creativas» y «no-creativas», así como renunciar a los prejuicios e ideas auto-limitadoras que estrechan nuestro horizonte. Precisamente en la hibridación, en el mestizaje, en la combinación de talentos naturales hilvanada desde el buen talante es como se construyen procesos y resultados originales, sorprendentes, desafiantes. Por ello, antes de entregarnos a la fascinante aventura de crear, es bueno liberar nuestro espacio de ideas (prejuicios) sobre los demás, y trabajar para potenciar la comunicación de calidad con el talento que nos rodea así como la creación de circunstancias que permita la emergencia de una inteligencia colaborativa. En un espacio humano así la creatividad emerge de forma natural.
En próximos artículos abordaremos cómo llegar a ello desde la combinación de múltiples inteligencias para tal propósito y analizaremos los diferentes perfiles de personalidad, sus canales de comunicación, motivaciones, talentos naturales y caminos creativos.